Está claro que estábamos (mal) acostumbrados a que la Selección Argentina desfile en las eliminatorias sudamericanas. También es cierto que el fútbol, sobre todo de este lado del Atlántico, se ha emparejado en los últimos años. El paso previo al Mundial ya no resulta ser esa caminata desestresante de antaño. Todo eso se entiende y hasta resulta saludable. Lo que no esperaba nadie es el bajísimo nivel mostrado por Argentina en estos dos primeros partidos, más allá de la obtención de 1 solo punto sobre 6 posibles contra rivales que deberíamos haber bailado en los papeles accesibles.
Pero repasando un poco el pasado de Gerardo Martino como entrenador tal vez aparezcan algunas pistas que hacían prever algo de lo que pasa hoy. Su llegada a la selección tuvo que ver más con una cierta construcción ética de su persona que por éxitos deportivos reales: 3 títulos en Libertad, 1 en Cerro Porteño (ambos en Paraguay, una liga de las llamadas "menores"), 1 con Newell´s en Argentina en el que no le sobró nada y 1 con el Barcelona de España, la Supercopa (un solo partido). Poco y nada para acceder al banco de la selección Sub Campeona del Mundo y una de las potencias sin dudas. Ah, sí, fuimos a buscar al técnico que ayer nomás chocó de frente esa Ferrari llamada Barcelona...
En esa mezcla (?) de honestidad con discurso de "fútbol revolucionario", "identidad" y "pertenencia" es que debemos buscar las respuestas a la designación de Martino. En este punto, solo en este punto, resulta un caso similar al de Marcelo Bielsa (ambos identificados con Newell´s, paradójicamente): la construcción de un personaje bonachón, alejado de la polémica, emparentado idealmente con el buen fútbol, etc., pero con escasos éxitos deportivos. Ya sabemos como terminó el "Proyecto Bielsa". Por todo lo demás, en nada comulgan los equipos de Martino con los de Bielsa, aunque cierto periodismo berreta se esfuerce por verlos parecidos.
Porque a decir verdad, no existe un "estilo Martino". Nadie sabe a qué juega esta selección. Es un rejunte de individualidades arrojadas a la cancha sin una clara idea de juego. Y el factor "lesión de Messi" no es excusa, porque en la Copa América tampoco existió un concepto claro de juego y se llegó a la final de pedo con algo de suerte y enfrentando a rivales muy flojos. Además, con sólo tener al mejor jugador del mundo entre tus filas no alcanza, viene quedando demostrado hace tres Mundiales y tres Copas Américas. Sin una idea de juego, la que sea, que lo apoye y potencie, podés tener al mejor Maradona que nada cambiará.
En conferencia de prensa Martino dijo: "la idea no se negocia", como una suerte de declaración de principios. Hermoso slogan, contundente, sin fisuras. Pero esa "idea" no se refleja, nadie sabe cuál es, qué pinta tiene (?). Resulta más una frase efectista que un concepto plausible.
La realidad indica que lo que viene es preocupante. No solamente por el archi conocido resultadismo argentino sino por la falta de identidad, el escaso volumen de juego, la carencia de un estilo definido. El "Enigma Martino" es eso: carencias futbolísticas adornadas por una construcción de la bonhomía que resulta superficial. Un discurso (vacío) que nada tiene que ver con lo que se muestra en la cancha.
Está a tiempo el "tata" de cambiar las cosas? Sí. ¿Tiene elementos para hacerlo? Claro. ¿Existen indicios para que ésto vaya a suceder en el corto plazo? Lamentablemente no. La eliminatoria es larga y clasifican al Mundial 4 de 10 directamente. Pero a este componente matemático (?) es necesario agregarle una idea de cohesión, de estrategia de juego, de jugadores jugando en su puesto, de táctica oportuna de acuerdo al rival de turno. Todo eso se encuentra del lado del debe por el momento. Veremos