Como una especie de profesía, van cayendo de a uno inexorablemente. Cuando años atrás (no tantos) nos hablaban sobre la desaparición de los diarios en papel creíamos, echando mano de un positivismo inmenso, que tal fenómeno nunca llegaría. Era algo lejano. Pero llegó. O mejor dicho, está llegando.
Primero fue el diario BAE (Buenos Aires Económico), dejó de existir por las bajas ventas manteniendo su formato digital, rebautizado INFOBAE. Luego, Crítica de la Argentina, el ambicioso proyecto editorial de Jorge Lanata sufrió el mismo destino, vaciamiento y conflicto gremial mediante. También se puede agregar la corta experiencia de Libre, otro intento de diario sensacionalista, de Perfil en este caso. Ahora le toca el turno a MUY.

El viernes será la última edición de MUY en formato papel. Se mantendrá la versión digital y desde la empresa aseguraron que todos sus periodistas serán reubicados. La razón principal del cambio tiene que ver con que no lo leía nadie la baja de las ventas.
Resulta un fenómeno más complejo, claro. Canales de noticias las 24 hs, el flujo constante de información en Internet, el bombardeo incesante de redes sociales, etc., llevan a volver casi obsoletos los diarios en papel, al menos los que no tienen una trayectoria y estructura detrás que les permita estirar un poco más la agonía.
En este sentido, la única salida posible es adaptarse. Y la versión digital resulta el camino lógico. La llegada de Internet modificó de forma inevitable el consumo de información y por ende, el modus operandi (?) de los medios. La radio, volviéndose accesible desde computadoras y teléfonos celulares; La televisión, habilitando el consumo desde sus propios portales online; Y los diarios, reconfigurando su esencia a través de una lectura más ágil, dinámica e impactante en sus sitios web.
Así, el periodismo se encuentra en una lucha constante entre el rigor informativo y la credibilidad por sobre la inmediatez y el pescado podrido de los nuevos medios. Así de enorme es la tarea...