27 de junio de 2016

La cuarta es la vencida (?)

Como en esas pesadillas en las que sabemos que la estamos pasando mal y de las que queremos despertar pero no podemos, la selección Argentina acaba de perder la tercera final consecutiva en dos años. Ésta generación de futbolistas, sin dudas la mejor desde el Mundial 86 (al menos en nombres), tiene algo con las finales que los paraliza, los frena, los acorrala, los tensiona.

Parecía que esta vez estaba todo dado para torcer el maleficio (?). El andar tranquilo en esta Copa América Centenario, contra rivales flojísimos como Panamá y Bolivia en el grupo, Venezuela y EEUU después, sumado a la temprana pecheada despedida de candidatos históricos como Brasil y Uruguay, configuraron un espejismo que nos hizo parecer campeones antes de serlo. Y por tercera vez no pudimos definir en momentos claves, no manejamos los tiempos del partido, no hicimos goles... Si en 360 minutos no hacés un gol es difícil (!)

Tarde otra vez Martino en los cambios: mucho partido para Di María, Banega y Bilgia en una gamba. Flojos otra vez Higuaín y Agüero en jugadas claves en momentos claves. Y Messi, si bien estuvo mucho más activo que en las dos anteriores, sigue sin ser ese jugador determinante en finales como sí lo es en otros partidos. Se lo notó encarador, rápido, con ganas... pero en estos partidos el as tiene que dar un plus para terminar de sentarse en el sillón de los grandes. Y no pasó...

En cuanto a la renuncia a la selección, tal vez sea una reacción en caliente, tal vez una especie de escapatoria ante tanta presión. Lo cierto es que esta ausencia temporaria le vendrá bien, tanto a él como al hincha, para bajar un cambio y pensar con tranquilidad Rusia 2018. Porque es el mejor del mundo y todos estamos de acuerdo en que tiene que estar. Pero tiene que estar bien. Y ahora, quedó claro, le pesa la selección.

El argumento de los defensores a ultranza (?) de Lío es "bueno, no juega solo, no puede hacer todo. Si entraba la de Higuaín, si entraba la de Agüero..." Pero no entraron. Al fútbol se gana haciendo goles y en la mayoría de los casos jugando mejor que el rival, no echando mano a especulaciones aritméticas o lo que podría haber sido. No se ganó porque se perdonó, porque se decidió mal, porque no se supo aprovechar las oportunidades. Como en las dos finales anteriores. 

En el haber de este proyecto Martino, que no me seduce, hay que destacar que afianzó una dupla central en un gran nivel, sumando a Mercado para configurar una defensa casi nueva que se muestra sólida. Recuperó a Banega y encontró en Gaitán y Lamela dos recambios interesantes. Por otro lado, esta derrota tiene olor a varios ciclos cumplidos: Higuaín, Agüero, Biglia, ¿Mascherano? ¿Di María?

Ganar títulos es parte constitutiva de lo que implica ser un equipo grande. Si no se entiende ésto se pierde de vista el objetivo de toda competencia. El proyecto es necesario y el camino más razonable para conseguir títulos. Pero cuando se dejan pasar tantas oportunidades en tan poco tiempo, evidentemente algo más hay. El reto de Martino consiste en dar vuelta esta situación, tal vez más psicológica y anímica que futbolística.