Es difícil explicar esa sensación de vacío que experimentamos cuando se muere una persona que nunca conocimos, que jamás vimos, pero que de alguna manera nos cambió la vida. Resulta aún más incomprensible si eso que hizo para cambiarnos la vida ocurrió hace más de treinta años (globalización y medios de comunicación mediante, claro). Increíble.
Roberto Gómez Bolaños, conocido popularmente como Chespirito, falleció hoy a los 85 años de edad. Fue el creador (por si algún desubicado sin infancia todavía no lo sabe) de personajes como "El chavo del 8", "El Chapulín Colorado", "El Dr. Chapatín", "El Chómpiras", "Chaparrón Bonaparte" (sí, sí, la CH era más que una obsesión para el gran Roberto), entre los más conocidos.

Se le pueden hacer críticas a los mundos virtuales construidos por Chespirito, claro. Situaciones de violencia, burlas hacia la obesidad, la vejez y el aspecto físico, falta de responsabilidad, etc. Pero soy de los que sostienen que el humor supone una transgresión constante: jugar a los flejes, correr el límite todo el tiempo. Ahí está el éxito legítimo del humor, cuando logra dibujar una sonrisa cuando (tal vez) no debería.
El verdadero logro de su humor (con sus localismos y chistes internos) tiene que ver, además, con la conquista hacia afuera. Cuando una forma de hacer televisión, de hacer reír, de contar una historia, de crear personajes logra traspasar fronteras y volverse universal, eso es un éxito. Porque la vecindad de "El Chavo" desarrollaba su día a día en el DF, México, pero tranquilamente podría haberlo hecho en (casi) cualquier otro país. Y ésto por la mezcla exacta de humor directo pero efectivo, creación de estereotipos reconocibles pero no desgastados y el equilibrio permanente entre situaciones al borde del absurdo y buenos diálogos, además de excelentes actuaciones, detalle no menor.
Por último, algo que siempre me llamó la atención: en una época (década del 70 y principios de los 80) en la cual la sociedad era mucho más conservadora, no existía en la vecindad de "El Chavo" el concepto de familia tipo. El clásico esquema padre-madre-hijo no tenía lugar. Tal vez por una cuestión de elenco corto. Siempre preferí pensar en Roberto Gómez Bolaños como un rupturista, aún en estos detalles...
Buen viaje, Roberto. No te vas a acordar de mi, básicamente porque nunca nos vimos. No nos cruzamos jamás. Pero te aseguro que fue un verdadero gusto