28 de febrero de 2015

Siempre es mejor llamarlo a Saul

Cuando una serie logra traspasar los límites estrictamente televisivos y alcanza el tan preciado pedestal de "mito", resulta una tentación alargarla todo lo posible para no dejarla ir. Los resultados, cuando ésto sucede, no suelen ser los esperados en el plano artístico. Afortunadamente, no fue lo que pasó con Breaking Bad, que tuvo su final en tiempo y forma, un final a la altura de lo todo lo generado en cinco temporadas. 

Sin embargo, para mantener con vida el espíritu BB de alguna manera y como una apuesta riesgosa pero destacable, apareció Better Call Saul, conocida como su spin-off, creada por los mismos autores: Vince Gilligan y Peter Gould. La misma se centra en Saul Goodman, el inefable abogado de Walter White, un personaje secundario pero con un carisma a prueba de balas (?) que bien merecía su propia serie. Las dudas de todos los fanáticos era razonable: ¿cómo hacer para crear algo distinto pero que mantenga el espíritu de Breaking Bad? Si no están los personajes principales, ¿qué sentido tiene? ¿Da para centrar una serie en un personaje secundario de otra?

Todas estas dudas quedaron disipadas en cuanto empezó a correr el primer capítulo. La serie se centra en las andadas de nuestro abogado favorito antes de los sucesos de BB. La vuelta al pasado, los famosos flash back, son un resurso inevitable en las series actuales. Echar un vistazo a lo ocurrido en el pasado para entender cómo se desarrolla el presente, otorga una dinámica narrativa aplaudible. Pero en este caso, dejó de ser recurso para ser el hilo conductor de toda la serie y así crear algo nuevo. Arriesgado pero saludable.

El primer episodio de Better call Saul fue visto por casi 7 millones de personas en Estados Unidos, convirtiéndose en el estreno más visto de la televisión por cable de ese país. La expectativa era grande, está claro. Pero ciertamente no defraudó. Diálogos intensos, humor ácido y secuencia de planos fuera de lo común son algunos de los componentes de Breaking Bad que se mantienen, al mismo tiempo que la serie desarrolla una autonomía propia a partir del desarrollo en profundidad de nuestro abogado estrella.

Todos estamos esperando que tanto Walter White como Jesse Pinkman hagan su aparición estelar, aunque por el momento no está confirmado que sean parte de la serie. Mientras tanto, con sólo cuatro capítulos (y la participación de otros personajes secundarios de BB) queda claro que Better call Saul tiene mucho para dar en este mundo en el que parece estar todo inventado. Interesante vuelta de tuerca


12 de febrero de 2015

El Pac-Man de Cristóbal

El grupo Indalo Media, propiedad del empresario Cristóbal López, está a punto de adquirir el diario Ámbito Financiero, matutino especializado en economía fundado en 1976 por el recordado Julio Ramos. Ámbito, como se lo conoce popularmente, es uno de los grandes diarios de Argentina dentro del subtipo de periódicos abocados al mundo de las finanzas principalmente, junto con El Cronista Comercial y BAE Negocios.

Este cambio de manos empresariales, cuestión a la que los grandes medios se ven sometidos con frecuencia, supone además un avance en el mundo de los medios y el manejo de la información por parte de un empresario vinculado fuertemente con el kirchnerimo como Cristóbal López. Dentro de su grupo, que se conformó como tal en el terreno mediático en los últimos diez años, ya se encuentran el canal de noticias C5N, la AM Radio 10, las FM Mega, Por Radio, Vale y One, el portal Minutouno.com, la productora Ideas del Sur y diversos medios en la Patagonia.

Resulta cuanto menos curioso que un Gobierno que impulsó la reforma de la Ley de Medios (sumamente necesaria, la última data de 1982, durante la Dictadura Militar) y la idea de desbaratar los monopolios en materia mediática, defendiendo este emprendimiento como uno de sus pilares políticos más importantes, permita el avance de un mismo grupo sin ningún tipo de cuestionamientos. Al parecer, para los amigos, todo...

Suena un poco a frase hecha ésto de luchar contra los monopolios mediáticos. Llevarlo a la práctica, cuando tantos intereses económicos y políticos se cruzan, parece ser una tarea muy difícil de emprender. 

Aunque utópico, no es una cuestión para pasar por alto. Toda democracia madura requiere indefectiblemente de pluralidad de voces, oferta informativa diversa, distintas miradas. Porque la información, lejos de ser un fiel reflejo de la realidad (muy lejos) se construye. Y cuando una sola mano es la que la construye, se pierde mucho. Claramente es el efecto buscado. 

Además es una pena, políticamente hablando, que un Gobierno que llevó la lucha contra el Grupo Clarín (grupo mediático igualmente repudiable, incluso más repudiable aún por motivos que todos conocemos pero que quedarán para otra crónica) a niveles insospechados, con argumentos convincentes e iniciativas interesantes, caiga en el mismo error que tanto se rasgaron las vestiduras para criticar. Haz lo que yo digo, pero eso sí, nunca mires lo que yo hago...

2 de febrero de 2015

Éramos pocos y cayó Dubsmash

Suele decirse, como una suerte de slogan todoterreno, que no existe nada más viejo que el diario de hoy. Adaptando este simpático lema a los tiempos que corren, podríamos reformularlo más o menos de la siguiente manera: "no te encariñes demasiado con esa aplicación, esa red social, esa forma de comunicación... la siguiente no va a tener piedad al momento de desplazarla"

Dubsmash, la aplicación de moda (?) que parece haber llegado para quedarse a la Argentina, es un bicho raro de analizar. No por su complejidad, todo lo contrario. La simpleza (al extremo, al punto casi de gritarte estúpido en la cara) es su as de espadas. Consiste en crear videos cortos donde el usuario puede hacer doblajes de famosas líneas que van desde películas, series televisivas, canciones, etc. Básicamente, permite hacer playback sobre la voz original, poniendo el acento en los dotes actorales (?) del creador del video.


Tal vez Dubsmash llegue a desplazar a los videos de usuarios anónimos en YouTube, como pasó con las redes sociales desplazando a los Blogs, Whats App al chat y los smartphones a los cibercafé (?). Porque así se maneja este mundo cruel de la tecnología (la nueva jungla 2.0), supervivencia del más tecno (?)

Ahora bien, ¿a qué responde la popularidad de este tipo de modas? ¿Tiempo libre? Fundamental ¿Necesidad de protagonismo? Puede ser ¿Demasiada cantidad de actores frustrados? Muchísimos, evidentemente. Y sin miedo al ridículo. Algo es seguro: no son graciosos, no son originales, no tienen valor artístico alguno. En fin, como toda moda con pocos argumentos, lo más probable es que pase al olvido más temprano que tarde.

El año es largo, pero creo que entre el palo para Selfies y Dubsmash pelean mano a mano el título de "Bizarreada tecnológica del 2015"...