30 de abril de 2015

Increíble pero real(ity)

Corría el año 2001, meses antes de la última gran crisis (¡mirá que casualidad!) y la Televisión Argentina de pronto se vio inundada de un nuevo formato cuyo éxito ya había sido probado en los países del primer mundo: Reality Show, tal su nombre obviamente en inglés, a lo que acá no nos esforzamos mucho en buscarle una traducción copada y lo adoptamos simplemente como Reality. Entre ellos, uno de los primeros en desembarcar en estas tierras fue Gran Hermano.

Quizás su mayor virtud (?) sea la simpleza extrema de la propuesta: doce participantes (así era al principio), seis varones y seis mujeres encerrados en una casa durante cuatro meses obligados a convivir con desconocidos. Todas las semanas ellos mismos debían decidir cuál de los compañeros les molestaría menos que abandone la casa (nominar) y después el público definía entre los dos pelotudos que menos se bancan más votados.

"La vida misma" era el slogan por esos días. O sea, todas las miserias humanas expuestas frente a desconocidos, sumadas al encierro y a la competitividad por un premio económico, haciendo un esfuerzo de abstracción sobrehumano y dejando de lado que nadie vive así, sin trabajar, sin el estrés que generan las obligaciones cotidianas, esperando las órdenes (?) de una voz supraterrenal que los caga a pedos ordena su agenda diaria, o sea, el Gran Hermano y, como toque final de este experimento macabro, con la presencia de las cámaras de televisión 24 horas del día.

Ayer comenzó una nueva temporada de la casa más famosa del país (?) y la primera Gala (¡Mamita los conceptos alrededor de esta porquería son el sueño de cualquier Sociólogo!) tuvo picos de 16 puntos de rating en América, una marca muy por encima de la media del canal. La pregunta es: ¿por qué una propuesta tan básica seduce a tanta cantidad de gente? No hay nada más que 14 personas desconocidas discutiendo por el uso del baño, la limpieza de la casa y algún que otro quehacer doméstico más. Las elecciones del público en materia televisiva siempre son difíciles de comprender. Evidentemente, existe algo entre el morbo, el entretenimiento pasatista y la cercanía de la gente común (?) con lo que ve en la pantalla. Poco más.

A todo ésto hay que sumarle un dato no menor: la propuesta de un debate (otra vez la pretensión de los conceptos) de notables de la TV (?) en la que discuten los principales eventos de la semana en la casa. Queda claro que si algo no existe es vergüenza en este mamarracho hito televisivo.

Por otro lado, se trata de la ¿Séptima? ¿Octava? edición (incluyendo una de semi famosos), por lo tanto de un formato híper desgastado lejos de la novedad (?) de las primeras temporadas. ¿Por qué la televisión tiene que meterse a revivir viejos formatos para conquistar audiencia? Ok, es televisión y no habría que pedirle demasiado. Nadie en su sano juicio va a pretender que se convierta en vehículo divulgador de alta cultura. A esta altura, nos conformamos con un mínimo de disimulo...

"Un millón de moscas no pueden estar equivocadas" suele ser el argumento legitimador de este tipo de éxitos difíciles de explicar.  Aceptar esta premisa puede desembocar en el hecho de consumir lo que sea, sin exigencia alguna, cuando tal vez la salida sea esquivar todo lo posible la omnipresencia televisiva. Es una alternativa...



28 de abril de 2015

Si hacemos que suceda, conviene (?)

Cuando pensábamos que en materia de redes sociales, aplicaciones y demás chucherías 2.0 (?) estaba todo inventado, llegó esta especie de cupido del tercer milenio sin arco ni flecha pero con celu y 3G (cuando anda (!)). Para vos, pebete tímido que andás por la vida enamorándote en el transporte público, caminando por las calles de la gran ciudad o tomando un té de boldo en ese barcito cool de Palermo, se inventó Happn, aplicación que te permite encontrar a esa Julieta que te cruzaste por la calle y por cagón timidez no te animaste a hablarle.

Happn nació en Francia hace unos seis meses y ya tiene más de 100.000 usuarios en todo el mundo. Con un funcionamiento similar al de Tinder, permite filtrar por hombre o mujer (fundamental), edad y distancia. La diferencia radica en que Happn hace énfasis en el momento. Si la encontrás, le mandás un "Saludo" (?) y si acepta, dale para delante, Romeo! Qué más necesitás?

Tal vez Tinder funcione más a la manera de un boliche virtual tipo cinco de la mañana, con un nivel de filtro prácticamente nulo y una delgada línea entre el ganador y el goma. En esta suerte de derrotero para tímidos Romeos (?), Badoo presenta todavía menos credenciales a la hora de ordenar su vidriera y el 95 % son impresentables. Así, Happn promete una interesante vuelta de tuerca.

A esta altura, hasta el querido y recordado MSN ya parece de otro siglo. El cara a cara perdió inapelablemente frente a la interacción 2.0. Si no hay pantalla, que no haya nada entonces... 

Ahora bien, a la hora de la igualdad de géneros, Happn sigue reproduciendo este modelo arcaico que el feminismo progre se olvida de criticar. Mientras las mujeres podrán hacer todo sin pagar nada a cambio, los pelotudos sin dignidad hombres se deben manejar con créditos que funcionan como la moneda de la aplicación y que se utilizan para poder chatear con cualquiera de los contactos mujeres disponibles. Como en cualquier boliche, bah...

Ese acto de heroísmo que implica hablarle a un/a desconocido/a en la calle, del que no todos somos capaces, encuentra en la mediación tecnológica su complemento cobarde. Los fundamentalistas del romanticismo verán en Happn la frontera última de la conquista. Otros, en cambio, encontrarán su utopía en una aplicación (?). Apocalípticos e integrados, una vez más.

Imaginemos el siguiente diálogo dentro de muchos, muchos años:

- Abuela, cómo se conocieron con el abuelo?
- Tu abuelo me vio en el subte, se enamoró a primera vista y como era tan lento no se animó a hablarme. Pero se bajó una aplicación, me contactó y empezamos a hablar... En nuestra época las cosas eran así, nene...

Hermoso!

10 de abril de 2015

Historias de Youtubers y de famas

De repente, casi sin aviso para los que hace rato dejamos de ser teenagers (?), apareció una nueva raza de "estrellas" que generan histeria popular, son reconocidos mundialmente y, por si fuera poco, ganan fortunas. Verdaderos sabios en esto de "primerear" las nuevas tecnologías para explotar formas de comunicación hasta ayer nomás ignotas, los Youtubers (eufemismo castellanizado para nombrar a los famosos en la red social YouTube) se convirtieron vertiginosamente en los adalides del "hágalo usted mismo".

Parte de un fenómeno todavía poco conocido en nuestro país pero con algo más de recorrido en Estados Unidos, Europa y Asia, se realizará el primer encuentro de Youtubers en la Rural, por el que los fans pagarán $ 350 por día (!) para ver a sus admirados. ElRubius, un español de 24 años que con su sola presencia ya generó una verdadera revolución adolescente (?), es el más famoso de los asistentes a la convención, con 11 millones de seguidores en su cuenta de YouTube.

Resulta curiosa, aunque no descabellada, la forma en que estos muchachos logran el estrellato. No componen canciones ni lideran una súper banda de rock que marca generaciones, no son actores de tanques de Hollywood, tampoco futbolistas que rompen récords por el mundo... Tal vez la clave del éxito haya que buscarla en otro lado, por ejemplo en la construcción de una personalidad más terrenal que los acerca a sus fans. En ese "ponerse en el mismo escalón" que sus admiradores (posicionándose casi como un par) y echando mano a situaciones cotidianas por afuera de los medios tradicionales, logran la tan mentada identificación y - las más deseada aún - viralización.

Se trata de una especie de revancha de los sin voz. A través de Blogs y redes sociales (antes Fotolog, ¿te acordás de la pelotuda subnormal de Cumbio?) supieron aprovechar la proliferación de smartphones y la facilidad para crear videos, sumado al sencillo acceso y viralidad que YouTube otorga. El resto es solo tener algo que contar y, dato no menor, un público sub 20 consumidor y ávido de ese otro lenguaje menos tradicional y poco exigente, a diferencia de los medios tradicionales.

Además, al ser un terreno relativamente nuevo (¿10, 15 años?) y poco explorado, no están definidas aún sus potencialidades, teniendo en cuenta su gratuidad y acceso a un click de distancia, inlcuso desde una Tablet o teléfono celular. La tan ansiada democratización de las comunicaciones encuentra en los YouTubers una de sus aristas (por el momento).

Para los que crecimos por fuera de esta oleada de nuevos rockstars (?) siempre nos va a resultar incomprensible tanta histeria popular por pibes que están al pedo y la vida les sonríe graban videos caseros y a partir de ahí se hacen mundialmente famosos. Probablemente sea una moda pasajera. También se puede entender como una nueva forma de masividad a través de medios no convencionales y estemos ante el famoso "el futuro llegó, hace rato". La opinión de quien suscribe se podría resumir así: el peor de los riff de guitarra de la peor canción de los Rolling Stones siempre va a estar por encima del videito más visto creado por el mejor de estos muchachos.


2 de abril de 2015

Che, Clarín... y Malvinas?

Se cumple un nuevo aniversario del desembarco argentino en las Islas Malvinas, un intento de recuperación que nunca estuvo cerca de pasar de la ilusión a algo parecido a la realidad. Más allá del reconocimiento para nuestros veteranos de Malvinas de los que estamos en el llano (que debería ir más allá de un simple feriado para que todos rajemos a la costa) el periodismo también tiene (y tuvo) un rol importante en este tipo de fechas que marcan nuestra historia.

Hoy, todos los diarios de tirada nacional mencionan el tema en tapa, obviamente variando el tamaño y la disposición en pos de otros temas de furiosa actualidad presuntamente más importantes. Peeeeero también tenemos el caso Clarín:


El triunfo de San Lorenzo en la copa Libertadores, una investigación sobre la manipulación de los datos de la educación, el caso Nisman, la suspensión de Orión, el nuevo edificio del gobierno porteño en Parque Patricios... Y Malvinas? Nada. Ni un recuadrito, una foto chiquita en un rincón, nada.

Resulta curioso porque hace 33 años Clarín se mostraba eufórico por el tema Malvinas:


De la "Euforia popular" y la "Inminente recuperación" al silencio más absoluto. Las decisiones editoriales son justamente eso, decisiones: privilegiar un tema de mayor relevancia por sobre otro. Ahora bien, en un día con escasos temas de agenda, un simple recuadro no podía faltar...

Malvinas es más que una tapa de diario, eso está claro. Muchísimo más. Es sobre todo una herida que no va cicatrizar nunca. Pero desde el periodismo, el silencio es la peor carta que se puede jugar.