11 de octubre de 2017

Adentro

Se terminó la angustia, las especulaciones, la caza de brujas. Argentina clasificó al Mundial de Rusia 2018. Sin repechaje. Como marca la historia. Todos llegamos a imaginar ese escenario apocalíptico de un Mundial sin Argentina. Porque era un escenario cercano. Demasiado. Este grupo de jugadores, criticados hasta el hartazgo (muchas veces con razón) hizo lo que tenía que hacer: llevar a Argentina al Mundial

Para alimentar la épica, ese gol ecuatoriano antes del minuto. ¡Con lo que nos cuesta hacer un gol! La eliminación estaba ahí y los fantasmas se volvían corpóreos (?). Hasta que se enojó Messi. Tremendo partido del 10, haciendo lo que siempre se le pidió: se cargó al hombro el equipo cuando todos se cagaron en un momento bravo, como no pasó en las tres finales perdidas (también hay que decirlo). Pragmatismo puro en el primero, viveza y definición de crack en el segundo, apilada barcelonesca (?) y picada poco ortodoxa pero efectiva en el tercero. Siempre que la tocó decidió bien. Partido de 10 puntos.

El equipo argentino depende mucho de Messi. Demasiado. Esa genialidad en los últimos metros que contra Venezuela y Perú no apareció (o pegó en el palo y salió) parece ser el único argumento futbolístico de la albiceleste. Poco para un equipo grande con aspiraciones de acariciar la copa. No parece haber plan B, variantes, as bajo la mango o cómo quieran llamarle cuando al 10 no le sale. Punto a laburar de acá a Rusia.

Pero Lío no estuvo solo. Partidazo de Enzo Pérez: clarísimo en todas, posicionamiento, corte y primer pase limpio. Correcto Biglia en el despliegue. Bien Di María (derecha para Sampaoli) que por fin entendió lo que pedía el partido y dejó de jugar para él la descosió. Bien Benedetto en el trabajo sucio. Argentina fue para adelante ante un arranque complicado, sabiendo que se jugaba la historia. Ok, contra un rival flojísimo y diezmado. A quién le importa?

No todo es algarabía (?), claro. Se llegó a esta situación límite por pésimos manejos dirigenciales, planteos inentendibles, tres técnicos en tres años, pérdida de puntos que no se pueden perder, citaciones insólitas... podría seguir, pero estamos adentro, vamos a Rusia, viejo! Ya habrá tiempo para corregir 

7 de septiembre de 2017

Al borde del abismo

Es la crónica de una muerte anunciada. Sí, aunque suene a frase hecha. Se veía venir por todos lados, no existe ni un atisbo de casualidad en este presente catastrófico. Porque si tienen que pasar 3 Directores Técnicos en menos de 4 años, qué esperábamos? Clasificar al Mundial caminando y quizás si se enciende Messi allá en la estepa rusa (?) también ganarlo? No, lo más lógico y cercano a lo previsible dentro de la imprevisibilidad de este deporte es el escenario actual: al borde del abismo y con chances concretas de un papelón histórico quedar afuera de Rusia.

Luego de la doble fecha de la eliminatoria Argentina cosechó 2 puntos: pobre empate como visitante ante Uruguay (aunque apuntalado (?) por los resultados adversos de rivales directos) y vergonzoso empate como local ante unos morochos que no los juna nadie la humilde Venezuela. Este último resultado termina de inclinar la balanza hacia el abucheo generalizado y el cercano escenario apocalíptico.

No sólo no se le pudo ganar a Venezuela como local (¡VE-NE-ZUE-LA!), no se le pudo crear 5 situaciones claras de gol al último de la eliminatoria. Con el mejor del mundo de nuestro lado, con pseudo estrellas que ya se comieron 3 finales, varios técnicos y hasta un Presidente de AFA (?).

Aunque en este punto hay que detenerse: desde el amanecer de los tiempos (?) los argentinos nos creemos más de lo que somos. En todos los órdenes de la vida, pero en el fútbol sobre todo. Y la realidad es que no, no estamos ni cerca de serlo. Si nos ponemos a repasar nombre por nombre, tenemos al mejor del mundo y luego amigos de Messi buenos jugadores en los mejores equipos del mundo (en algunos casos). Pero ningún crack, ningún distinto en serio como Messi, no llega ninguno a segunda guitarra (?).

Y esperar que Messi se saque tres tipos de encima y haga una genialidad, no es jugar bien. Y no siempre va a pasar. Apostar a eso en lugar de buscar juego colectivo, variantes, elaboración asociada en cada sector resulta un atajo que muchas veces te puede salir bien, pero lo más probable es que la mayoría te salga mal. Meter treinta toques laterales sin profundidad tampoco es jugar bien.

A esta altura la casaca albiceleste pesa mil doscientas tonaledas. Argentina juega contra Argentina, no contra el rival de turno. Juega contra el contexto. Este nerviosismo impregnado (?) se trasluce inevitablemente al juego: los pocos que la piden deciden mal, las individuales no salen, no hay rebeldía frente a la adversidad, no hay amor propio. Y estamos hablando de la posibilidad concreta de quedar afuera de un Mundial (!), el fracaso más estrepitoso y vergonzante en materia futbolera que existe.

Las excusas no se televisan, dicen. Poco importa el poco tiempo de trabajo de Sampaoli y la falta de rodaje. Pasó la escoba, renovó aires. Parece no alcanzar. Martino y Bauza, técnicos diametralmente (?) opuestos, tampoco pudieron encontrar la tan mentada identidad. Poco importa ya, quedan dos partidos y sólo queda ganar. Te jugás la historia, hermano!

1 de septiembre de 2017

Un mes sin Santiago Maldonado

Un mes puede resultar una insignificante medida de tiempo dentro de la vorágine en la que vivimos. Simplemente 30 días. Menos de una décima parte del año, el 2,083 % de un mandato presidencial. Nada. Pero cuando se trata de la desaparición de una persona, es una eternidad insoportable.

Santiago Maldonado desapareció el 1º de Agosto pasado durante una represión de Gendarmería contra una protesta de Mapuches en Chubut. De acuerdo a la información conocida los manifestantes cruzaron un brazo del río Chubut en retirada, todos menos Santiago, quien no logró cruzarlo. A partir de ahí, nada. Fundido a negro. Fin de la cinta. Sólo especulaciones. Sólo estigmatizaciones. Ni una puta certeza.

El caso Santiago Maldonado hace resurgir una serie de discursos anquilosados que creíamos superados: estigmatiza a los militantes, criminaliza la protesta, demoniza a los pueblos originarios, desacredita cierto estereotipo del joven idealista que sale a la calle, en fin, atrasa cuarenta años.

Desde los organismos estatales, quienes supuestamente deberían proteger a Santiago, están más preocupados por tirar la pelota afuera y desviar la atención con hipótesis inverosímiles que por encontrarlo. Por un sendero similar va el periodismo, echando mano a un sinfín de hechos inconexos y rasgos negativos que terminan prácticamente naturalizando una desaparición, confundiendo víctima con victimario. Por último, aunque no menos importante, se habló de "adoctrinamiento" porque las escuelas propusieron hablar y debatir sobre el tema. Un delirio.

Lo cierto es que Santiago Maldonado nos falta hace un mes. Y nos falta a todos. Porque no se trata de un "loquito que iba a hacer quilombo" como nos quieren hacer creer. Se trata de un desaparecido en democracia. Una desaparición forzada en democracia. Y sí, también nos faltan Julio López, Luciano Arruga, Nisman y demás. Ésto hay que aclararlo porque nunca falta el boludo que te quiere correr por izquierda. Nos faltan todos y no nos pueden faltar más. Y no podemos naturalizar que nos falten

La única pregunta que tengo después de estos cinco párrafos es: ¿Dónde carajo está Santiago Maldonado?

13 de marzo de 2017

Saliste ya mil veces...

Otra vez el rock en el centro de la polémica. Otra vez cientos de errores, desde todos los rincones. Debates, reparto de culpas, exoneración para el artista o caza de brujas... todo lo que quieras, podemos discutir horas pero ya es tarde. Otra vez es tarde

La cultura rock ha ido creciendo y mutando con los años a ésto que es hoy: una insania cuasi mística que no conoce de límites, donde podés hacer lo que se te antoje, donde nunca había (hasta Cromañón) costos. El tan mentado "aguante" encuentra en la cultura rock (y en el fútbol, oh casualidad!) su expresión más acabada, su lei motiv

Y en este marco, la omnipotencia del dios pagano lo lleva a convocar a 300.000 personas a tierras lejanas, a ciudades con la mitad de población y sin infraestructura acorde y a sobre vender entradas indiscriminadamente sin que pase nada. Esa liturgia ricotera de la misa y los fieles que acuden sin importar las condiciones dos o tres días antes, sustancias varias mediante, es caldo de cultivo para lo que pudo ser una tragedia mayor.


Y Solari tiene responsabilidad. Porque el personaje se le fue de las manos. Ese dios ya no puede controlar a la masa, muchos de ellos violentos e inconscientes. Pero claro, el fanatismo bobo de "la música no mata" ya salió a exculpar al ídolo tirando la pelota afuera. La música mató el sábado. La música junto con la imprudencia de propios y extraños, la improvisación, la carencia de límites, la ausencia del estado, la impericia de la producción. Todos juntos mataron. Y van a seguir matando porque no aprendemos más

Pasaron más 30 horas del recital y Solari no dio la cara aún. Ni un comunicado, una conferencia de prensa, nada. Es lo mínimo que le exigiría en una situación así a mi dios. Muy raro además viniendo de alguien con una verba tan prolífica...

"Nuestros fans no conocen de localidades agotadas", declaró Solari hace poco. Es un ególatra que necesita ver un predio totalmente repleto para sentirse realizado. Necesita decir que el suyo es el pogo más grande del mundo toreando a estrellas mundiales que ni lo registran. Necesita ver que los pibes tarden horas y hasta días para volver a sus casas porque los accesos y rutas de esas ciudades ignotas están colapsados. Necesita, en definitiva, que todo el mundo hable de él...