Un mes puede resultar una insignificante medida de tiempo dentro de la vorágine en la que vivimos. Simplemente 30 días. Menos de una décima parte del año, el 2,083 % de un mandato presidencial. Nada. Pero cuando se trata de la desaparición de una persona, es una eternidad insoportable.
Santiago Maldonado desapareció el 1º de Agosto pasado durante una represión de Gendarmería contra una protesta de Mapuches en Chubut. De acuerdo a la información conocida los manifestantes cruzaron un brazo del río Chubut en retirada, todos menos Santiago, quien no logró cruzarlo. A partir de ahí, nada. Fundido a negro. Fin de la cinta. Sólo especulaciones. Sólo estigmatizaciones. Ni una puta certeza.
El caso Santiago Maldonado hace resurgir una serie de discursos anquilosados que creíamos superados: estigmatiza a los militantes, criminaliza la protesta, demoniza a los pueblos originarios, desacredita cierto estereotipo del joven idealista que sale a la calle, en fin, atrasa cuarenta años.
Desde los organismos estatales, quienes supuestamente deberían proteger a Santiago, están más preocupados por tirar la pelota afuera y desviar la atención con hipótesis inverosímiles que por encontrarlo. Por un sendero similar va el periodismo, echando mano a un sinfín de hechos inconexos y rasgos negativos que terminan prácticamente naturalizando una desaparición, confundiendo víctima con victimario. Por último, aunque no menos importante, se habló de "adoctrinamiento" porque las escuelas propusieron hablar y debatir sobre el tema. Un delirio.
Lo cierto es que Santiago Maldonado nos falta hace un mes. Y nos falta a todos. Porque no se trata de un "loquito que iba a hacer quilombo" como nos quieren hacer creer. Se trata de un desaparecido en democracia. Una desaparición forzada en democracia. Y sí, también nos faltan Julio López, Luciano Arruga, Nisman y demás. Ésto hay que aclararlo porque nunca falta el boludo que te quiere correr por izquierda. Nos faltan todos y no nos pueden faltar más. Y no podemos naturalizar que nos falten
La única pregunta que tengo después de estos cinco párrafos es: ¿Dónde carajo está Santiago Maldonado?
No hay comentarios:
Publicar un comentario