9 de julio de 2014

A un paso de la gloria

Es muy difícil esquivar las emociones para escribir en este momento. El fútbol muchas veces no se puede entender desde la razón, simplemente se siente. Hoy es uno de esos días. Después de muchas frustraciones mundialistas volvemos a jugar una final.

Partido aburrido, trabado, deslucido desde lo técnico, con pocos espacios y menos ideas. Las Semifinales de un Mundial suelen ser así, lo de ayer de Brasil-Alemania es una de esas cosas que se dan una sola vez en la vida (por eso mismo, te lo vamos a recordar siempre, brazuca!). El miedo a equivocarse, en esta instancia, conspira contra el desenfado y la irresponsabilidad (bien entendida) propios del fútbol.

Argentina y Holanda son equipos bastante parecidos. Ordenados atrás (Argentina lo fue consiguiendo con el correr del Mundial), ambos se sienten más cómodos jugando de contra con espacios y son por demás dependientes de la inspiración de sus individualidades. El planteo táctico defensivo de Argentina era sencillo: cortar el circuito creativo Robben-Sneijder-Van Persie. Si no estás muy interiorizado en el fútbol holandés, va una breve guía mnemotécnica: Robben es ese pelado que tiene pinta de gerente de banco; Sneijder es el que parece cantante pop británico; y Van Persie, el grandote carilindo a lo Bradley Cooper.

Pocas llegadas de los dos lados. Messi y Robben bien contenidos, con marca doble casi todo el tiempo y el partido desarrollándose cual partida de ajedrez. Todas se pelearon como si fuera la última. Y ahí es donde aparece lo que decía la semana pasada: la mística, tal vez lo más valorable de este equipo, que no brilla pero contagia desde la entrega. Párrafo aparte para ese cierre celestial de Mascherano en el último minuto, cuando Robben se disponía a dejarnos sin nada una vez más. Acalambrado y con moretones hasta en el alma, Masche se vistió de guerrero espartano por enésima vez.

Soy de los que creen que los penales son una muestra de carácter. Después de 120 minutos, cuando las piernas pesan mil kilos y el miedo escénico invade, el arco se vuelve demasiado chico. Los arqueros de un equipo grande están para eso, para sacar la cara cuando más se los necesita. Y "chiquito" Romero (hoy vestido de gigante) se encargó de todo. Según cuentan, previo a los penales, Masche le dijo al oído: "Hoy es tu noche. Hoy te recibís de héroe". Anécdotas que agrandan aún más la leyenda...

Se viene Alemania. Otra vez nos vemos las caras en una final. Estamos a un paso de la gloria. Lo hecho hasta acá quedará en la historia, sin dudas. Cómo no ilusionarse con la vuelta Olímpica? Alemania es el mejor equipo del Mundial, pero la máxima bilardista reza: las finales no se juegan, se ganan. Nos vemos el domingo, Alemania...



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