La muerte enaltece. Y ésto es así sencillamente porque se trata de un fenómeno doloroso y sin explicaciones para el ser humano. La desaparición física de una personalidad pública (medios de comunicación mediante) suele resaltar sus cualidades y minimizar sus defectos. En el caso de Julio Humberto Grondona, fallecido hoy al mediodía, se está verificando este proceso con el correr de las horas.
Los datos duros marcan que Don Julio estuvo 35 años al frente de la AFA, en los que se ganó un Mundial, se llegó a la Final de otros dos, se ganó 6 Mundiales en divisiores inferiores y descendieron 4 de los 5 grandes del fútbol argentino a la segunda división. Además, vio pasar a 11 Presidentes por el sillón de Rivadavia y tres Papas. Mientras todo ésto pasaba, él permaneció inamovible en su despacho de Viamonte 1366.
Obviamente, no se llega a ocupar un cargo tan importante por tanto tiempo de la noche a la mañana. Supo conseguir un alto grado de consenso a lo largo de estos 35 años, principalmente a través de una buena relación con los miembros de la FIFA, la colaboración de los dirigentes argentinos (a cambio de favores económicos y futbolísticos) y, por qué negarlo, una importante capacidad de liderazgo vertical.
Pero además de estos números que pasarán a forma parte de cientos de informes ad hoc para recordar a Don Julio, no tenemos que olvidarnos de los 183 muertos durante su gestión. Grondona es, sin dudas, el máximo responsable del crecimiento de las barras bravas y el aumento de la violencia en el fútbol argentino (con la connivencia del poder político de turno, está claro).
Suele decirse que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. En este caso, tenemos el fútbol que nos merecemos, claramente. Grondona fue lo que fue durante tantos años porque nosotros se lo permitimos. Nos sentamos cómodamente en la platea mientras veíamos cómo destruía sin remordimientos al fútbol argentino. Es culpa nuestra también.
Seguramente la figura de Grondona se irá legitimando con el paso de los días. Por mi parte, creo que se fue una verdadera lacra que hirió de muerte al fútbol argentino. Me encantaría ser optimista y decir que estamos ante una oportunidad para empezar de cero. Pero no, este tipo de mafiosos suele dejar resuelta su sucesión, cuidadosamente planificada. Porque el "Todo Pasa", lamentablemente, era sólo para el anillo...
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