28 de agosto de 2015

El silencio no es tiempo perdido

Un silencio, a veces, puede transmitir más que mil palabras. Esta frase remanida que roza el cliché, no deja de ser cierta incluso en momentos límite donde la lógica indicaría que es necesario decir un montón de cosas. También puede convertirse en una decisión difícil aunque acertada. Polémica, conflictiva, dolorosa... pero declaración de principios al fin.

Fue el camino elegido por Les Luthiers en su vuelta a los escenarios en el estadio Orfeo Superdomo de Córdoba tras la muerte el pasado Viernes de Daniel Rabinovich, miembro fundador del mítico grupo argentino. No hubo mención alguna al duro golpe sufrido. Su pensamiento quedó plasmado en la carta de despedida que publicaron en Facebook, la cual fue repartida al público con el programa de la obra. "Hoy estamos de duelo pero, aún tristes y doloridos, mantenemos nuestra decisión de seguir trabajando. Vamos a continuar con lo que mejor sabemos y más nos gusta, este bendito oficio de hacer reír a la gente. Es lo que quería Daniel", reza el comunicado. 


Sin dudas debe haber sido una decisión difícil de tomar. Son casi 50 los años compartidos por la misma formación (más allá del alejamiento de Ernesto Acher en 1986) y cada uno de sus integrantes resulta una parte constitutiva del grupo. Siempre resultó una locura pensar a Les Luthiers sin alguno de los cinco integrantes, pero también sabíamos que en algún momento ésto podía pasar. Y la decisión fue continuar, porque el show siempre debe seguir...

Les Luthiers siempre hizo gala de un bajo perfil, una especie de declaración de principios ante el mundo del espectáculo que cumplieron a rajatabla en tantos años de trayectoria. Por eso no extraña esta elección del silencio por sobre el sentimentalismo de cualquier tipo de homenaje expreso. Porque, a fin de cuentas, el acierto artístico de Les Luthiers siempre ha sido escaparle al lugar común como acto rupturista entre tanta repetición de fórmulas.

Los silencios (en plural y como recurso artístico) siempre fueron una forma más de comunicar para el grupo arriba del escenario. La gestualidad y discusiones en off son la herramienta elegida cuando las palabras y la música se toman un descanso. Y Daniel Rabinovich manejaba como nadie esos instantes de silencio para nada incómodos y cargados de sentido tan característicos de Les Luthiers.

De alguna manera, el silencio ante lo obvio fue el camino que eligieron los integrantes del grupo para comunicar el sentimiento que seguramente los atravesaba. Más allá de que el público presente esperara algún tipo de mención, las palabras hubieran sobrado. En este caso, el silencio se encargó de decir todo aquello que había para decir (y más)



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